Linzertorte o Tarta(letas) de Linz
En abril del año pasado me compré estos moldes de tartaletas que por unas cosas y por otras estuvieron casi un año sin ser estrenados, imperdonable. Como penitencia, la receta que inaugurase la era tartaletera tenía que ser especial (qué duro es expiar pecados, ains).
Aunque a mí nunca me la haya hecho (guiño-guiño-codazo-codazo) la receta elegida fue la de Linzertorte, uno de los «greitesjits» de J., una tarta que, si no me falla la memoria, aprendió a hacer en Alemania porque «ningún hombre puede llegar a los 18 años sin saber hacer tartas» (todo mi apoyo a esta norma, a la que añado que ninguna persona debería llegar a los 18 sin saber resolverse el tema alimenticio con cierta soltura).
Aunque el origen de la tarta de Linz, también conocida como tarta Linzer o Linzertorte, es austrohúngaro (no podía perder la oportunidad de escribir esta palabra) es muy tradicional en Austria, Hungría, Alemania y Suiza.
Según wikipedia, el registro más antiguo de esta receta lo podemos encontrar en el Codex 35/31 de 1653 en el archivo de la Abadía de Admont.
Y después de tanta charla, vamos al lío. 😉
Ingredientes (para una tarta de 26 cm o 6 tartaletas de 10 cm):
Masa quebrada:
- 200 g de harina
- 1 cucharadita de canela en polvo
- 1/2 cucharadita de vainilla en polvo
- 1 cucharadita de levadura química
- 140 g de azúcar
- 1 clara de huevo
- 1/2 yema de huevo
- 125 g de mantequilla fría en dados
- 125 g de almendra molida (también puede ser avellana)
Relleno:
- 100-150 g de mermelada de albaricoque
Decoración:
- 1/2 yema de huevo
Preparación:
Tamizar en un cuenco la harina con la canela, la vainilla, la levadura química y el azúcar.
Volcar la mezcla en una superficie de trabajo limpia formando un volcán.
Reservar la mitad de la yema del huevo, y batir ligeramente la otra mitad y la clara (Como yo soy un poco obsesiva a veces, lo hice báscula mediante, pero se puede hacer a ojo).
Volcar el huevo batido, la mantequilla cortada en dados y la almendra molida en el centro del volcán de harina.
Mezclar los ingredientes lo más rápido posible para que no se derrita la mantequilla (que es el truco para una masa quebrada perfecta). Esto se puede hacer:
- Pellizcándolos entre los dedos hasta formar una masa desmigada (así lo hice yo).
- Con un mezclador de masas manual (que añado desde ya a mi lista de «lo necesito muy mucho»).
- Con un cuchillo largo haciendo cortes paralelos, juntando todo en un montón otra vez y repitiendo hasta tener toda la mezcla en forma de migas (así lo ha hecho siempre J. que se sorprendió de que consiguiera hacerlo a pellizcos).
Una vez que tenemos la masa desmigada, se junta toda formando una bola apretada, se envuelve en film transparente y se deja reposar en la nevera durante media hora.
Precalentar el horno a 180 ºC.
Dividir la masa en dos partes, una un poco más grande que la otra.
Engrasar los moldes con mantequilla.
Si vamos a utilizar un sólo molde de tarta, extender la parte grande de la masa apretando con los dedos hasta cubrir con una capa más o menos uniforme el fondo y las paredes.
Si vamos a utilizar moldes de tartaletas, dividir la masa en partes iguales y proceder de la misma manera (la obsesiva que vive en mí y que de vez en cuando se asoma, me hizo utilizar la báscula también para esto).
Cubrir la masa con mermelada. La cantidad variará según el tamaño de los moldes y lo golosos que seamos. Yo puse más o menos una cucharada colmada por tartaleta.
Con el resto de la masa quebrada formar tiras aplastadas de más o menos un dedo de ancho y cubrir las tartaletas formando un enrejado.
Pincelar la superficie de la masa con la media yema restante (así se consigue una superficie dorada y brillante).
Hornear durante 25 o 30 minutos a 180 ºC, hasta que la superficie esté dorada. Para un único molde grande es posible que haga falta más tiempo de cocción.
Retirar del horno y dejar enfriar sobre una rejilla.
Notas:
La tarta de Linz es de esas recetas que están más buenas de un día para otro, os aconsejo envolver las tartaletas en papel de aluminio y servirlas al día siguiente.
Mis moldes tienen una especie de pie que hizo imposible desmoldar las tartaletas sin romperlas, así que nos las comimos sin sacarlas. Me anoto a mi lista interminable unos moldes de esos con fondo desmontable.
La receta tradicional se hace con mermelada de grosellas, aunque también es habitual emplear de albaricoque, ciruela o frambuesas. Estos son los sabores que yo creo que le quedan bien a este tipo de masa, pero sobra decir que podéis rellenar la tarta con la mermelada que más os guste.
También parece que más que almendras, lo típico son avellanas, pero se pueden usar nueces o una mezcla de frutos secos al gusto. Me encanta porque con tantas variaciones se puede hacer bastantes veces la receta sin repetir sabor, jajaja.
Es una tarta que se presta para jugar con el enrejado, y también es común colocar almendra fileteada en el borde después de pincelar con huevo, pero como yo iba pillada de tiempo, las florituras se quedaron para otra ocasión.
Perfecta para acompañar una taza de té… o para que una bola de helado de vainilla no se sienta sola a la hora del postre. 😉
Fuente:
Hace tiempo J. me pasó un par de recetas de tartas típicas alemanas traducidas entre las que estaba ésta, una suerte, porque su recetario repostero está (casi) todo en alemán.
lalibretaroja
21 junio 2016 at 13:37Siempre es un placer leerte.
Fíjate tú que nunca las he visto por aquí. 🙂 ¿Por qué J. tiene un recetario en alemán? ¿Ha estado en Alemania aprendiendo a hacer tartas? ¿Quieres que te traduzca alguna receta?
Carabiru
21 junio 2016 at 13:41¡Hola!
Pues estuvo un curso cuando tenía 12 o así, y volvió años más tarde a pasar una temporada.
No tengo claro si aprendió allí en esa visita, o si alguna amiga alemana de la familia le enseñó aquí.
El tema es que sabe hablar y leer alemán y por eso no todas las recetas están traducidas.
He leído que es una tarta típica de Navidad, pero a lo mejor no está extendida por toda alemania.
¡Saludos!
lalibretaroja
22 junio 2016 at 20:33¡Qué fuerteeeeeee! No tenía ni idea de esta faceta alemana 😉
amvelandia
27 junio 2016 at 12:44Me tienes salivando mucho :)—-
J. es una «caja» de sorpresas!
Carabiru
27 junio 2016 at 12:53Es una caja llena de compartimentos sorprendentes, jajaja.