Leche frita

A punto de entrar en la Semana Santa, os propongo la receta de un postre tradicional de estas fechas, la leche frita. ¿Habéis probado a hacerla alguna vez? Yo me animé el año pasado, aunque llevaba años pensando en intentarlo, y me gustó tanto que repetí. No voy a decir que sea una receta fácil, tampoco muy difícil pero sí que lleva su tiempo y requiere de atención. A cambio del esfuerzo, el resultado está tan bueno que vale la pena ponerse a los fogones.

Por cierto, como veréis en la lista de ingredientes, es una receta sin gluten, esto fue decisivo a la hora de lanzarme a cumplir el propósito de hacer leche frita, ya que era el postre para una comida donde había una celíaca. Me queda pendiente saber si el resultado es satisfactorio con alguna bebida vegetal para hacerla apta para intolerantes a la lactosa, ¿habéis probado? ¿me recomendáis alguna en concreto?

Ingredientes (para 4 o 5 raciones)(*):

  • 400 ml de leche entera
  • 35 g de maicena
  • 75 g de azúcar
  • la cáscara de un limón (sin lo blanco)
  • 1 ramita de canela

Para el rebozado:

  • maicena
  • 1 huevo
  • aceite de girasol
  • azúcar, canela y ralladura de limón (opcional)

Elaboración:

Pelar el limón de forma que en la piel no quede parte blanca, que podría dar sabor amargo a la leche frita.

Separar 300 ml de leche y ponerla en una olla. Reservar los 100 ml restantes en la nevera.

Añadir a la olla el azúcar y las peladuras de limón junto con la ramita de canela.

Llevar a ebullición a fuego medio. Una vez rompa a hervir, apartar del fuego, tapar la olla y dejar reposar 5 o 6 minutos.

Mientras, desleír la maicena en la leche fría que habíamos reservado.

Filtrar la leche aromatizada y devolverla a la olla. Añadir la mezcla de leche y maicena, remover bien y calentar a fuego suave.

Ésta es la parte en la que hay que trabajar. Para obtener una leche frita memorable, el método es mantener el fuego suave y no dejar de remover la mezcla mientras se cuece y va espesando. Así evitamos que se pegue, lo que arruinaría el sabor, o que la harina quede cruda, que también es un fracaso. Este calentar y remover nos llevará unos 20 minutos.

Una vez la crema de leche haya espesado, volcar en un recipiente rectangular. Para que no se pegue a las paredes del molde o bandeja, podemos untarlas con un poquito de aceite de girasol (para no añadir sabor), pero no es indispensable.

Lo siguiente a evitar es la costra que se forma al enfriar, así que hay que cubrir el recipiente con film transparente pegándolo a la superficie de la crema. Dejar enfriar un mínimo de 4 horas en la nevera para que «cuaje», aunque es mejor de un día para otro.

Una vez haya endurecido, cortar la crema en 8 o 10 porciones rectangulares, rebozar en maicena, después en huevo y freír en abundante aceite de girasol bien caliente, primero por un lado y después por el otro.

La leche frita está lista cuando el exterior está dorado.

Dejar escurrir sobre papel de cocina y, por último, rebozar en una mezcla de azúcar y canela molida al gusto.

La leche frita se puede comer recién hecha, templada o fría.

Rallar un poquito de piel de limón por encima a la hora de servir hace que suba un escalón en deliciosidad. 😉

Si la hacéis tal como os he indicado, el resultado será cremoso en el interior, ligeramente crujiente en el exterior, y delicioso en toda su sección.

¿Os atrevéis a prepararla? ¡Os aseguro que no os arrepentiréis!

Notas:

(*)Yo hice el doble de esta receta todas las veces que la he preparado. Después de hacer las fotos, me di cuenta de que el trabajo que me iba a dar, no era proporcional a la cantidad de ricochura que iba a conseguir, así que doblé las cantidades.

Doblé la receta y después también hice porciones más pequeñas, en total 16, para que fuesen fáciles de comer con las manos sin necesidad de cubiertos (es que está de chuparse los dedos, oiga, jajajaja).

Si ya sabéis hacer leche frita y queréis darle un toque diferente os sugiero probar con té. Yo elaboré la receta tradicional, pero también una versión aromatizada con una mezcla de té blanco y verde que llevaba naranja, hierba limón y canela, y el resultado fue más que satisfactorio. El procedimiento es el mismo, llevamos a ebullición la leche y al apartarla añadimos una o dos cucharadas de hebras del té que hayamos elegido y dejamos que infunda los minutos que indique el paquete. Después se filtra y se sigue con la receta. La canela y la cáscara de limón tradicional podéis ponerla o no según como veais que combina con el té. En mi caso, como ya llevaba canela, sólo puse piel de limón.

Ambas estaban de rechupete, no hay que tener miedo a versionar los clásicos. 😉

Fuente:

Me basé en esta receta de directo al paladar porque me gustó eso de «trucos para que te salga bien», jajajajaja.

    1. Carabiru

      9 abril 2019 at 21:58

      Exactamente. Jajajaja. ❤️

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