Hamantaschen de mermelada
Si este año una receta me puso a prueba, esa fue la de los Hamantaschen. Madre mía, qué cúmulo de catastróficas desdichas cocineriles…

La primera vez que preparé este dulce asquenazí, me salió una única galleta gigante que cubría toda (y cuando digo toda, quiero decir TODA) la bandeja del horno. Al revisar el proceso, me di cuenta de que había puesto la mitad de todos los ingredientes indicados… excepto la mantequilla. ¿Y qué pasa cuando pones el doble de la mantequilla necesaria? Pues que consigues una única galleta gigante. Nos la comimos, claro. Aquello era una bomba, una gochada… pero sabía bien, la mantequilla es lo que tiene.
La segunda vez presté atención, puse las cantidades correctas… y volví a conseguir una única galleta gigante, aunque eso sí, más definida. ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ?
Esto ya era algo personal. Esas galletas no iban a poder conmigo. Era una cuestión de orgullo. Así que investigué, comparé recetas fijándome especialmente en las proporciones de harina y mantequilla, y finalmente encontré una receta que tenía toda la pinta de salir bien. Y tanto que salió bien. Perfectamente. Una galleta firme pero tierna, con la forma bien definida, crujiente por fuera y jugosa por dentro. LA PERFECCIÓN. Salieron tan bien que estoy deseando poder probar con otros rellenos.
Y lo más importante ¡RECUPERÉ MI ORGULLO! ¿Acaso iba a permitir que unas galletas rellenas me ganasen? ¡NO!

Jajajaja. Sin más, procedo a contaros la receta buena para conseguir unas galletas rellenas espectaculares.
Ingredientes (para 20 galletas):
- 150 g de mantequilla (también sirve margarina)
- 110 g de azúcar
- 1 huevo mediano
- 1 cucharada de leche (15 ml)
- 1 cucharadita de esencia de vainilla (5 ml)
- ralladura de la piel de un limón
- 300-360 gramos de harina
- 1 cucharadita de impulsor químico
- 1/4 de cucharadita de sal fina
- azúcar glas (opcional)
- mermelada

Elaboración:
Cortar en dados la mantequilla y dejar que se ablande a temperatura ambiente en un cuenco amplio (se puede ablandar en el microondas, en tandas de 10-15 segundos a potencia baja, sin dejar que se llegue a licuar, la queremos con textura de pomada).
Añadir el azúcar y batir con las varillas hasta tener una crema suave (a mano o a máquina, según estéis de ganas).
Incorporar la leche, la esencia de vainilla, la ralladura de limón y el huevo y seguir batiendo hasta que se integren bien. (*)

Mezclar la harina con la sal y el impulsor y tamizar en tandas sobre la crema de mantequilla. Hay que remover bien con un tenedor y no añadir más harina hasta que la masa haya absorbido la anterior.(**)

Tapar con film y dejar reposar al menos 2 horas (si vais con prisa puede bastar una). Lo ideal es preparar la masa por la noche y dejar el resto del proceso para el día siguiente.

Precalentar el horno a 190 ºC.
Dividir la masa en 3 o 4 bolas y estirar cada una con el rodillo hasta tener una plancha de unos 3 mm de espesor. Espolvorear con harina o azúcar glas para que la masa no se pegue a la superficie de trabajo o al rodillo. Cortar círculos de masa con un cortapastas o un vaso, de entre 6 y 8 cm de diámetro. Juntar los recortes y repetir el proceso hasta que no quede masa.

Humedecer el borde de cada círculo con un dedo mojado en agua para facilitar la unión en las dobleces de la masa.
Colocar en el centro una cucharadita de mermelada y cerrar formando un triángulo. Se puede empezar pellizcando primero en un punto y después los otros dos a la vez (en la foto se ve lo que intento explicar).

Cubrir una bandeja de horno con papel de hornear o una lámina de teflón. También funciona engrasar con mantequilla y espolvorear con un poquito de harina.
Colocar las galletas dejando un poco de margen entre ellas.

Hornear a 190 ºC, con calor arriba y abajo y sin ventilador, unos 10 – 14 minutos, hasta que empiecen a dorarse (en mi caso fueron 12 minutos, pero dependerá del horno).

Retirar del horno, dejar enfriar sobre una rejilla… ¡y a devorar galletas! No, es broma, es mejor que las comáis despacito para disfrutarlas en toda su ricochura. 😉
Notas:
A mí me salieron 20 hamantaschen con un cortador de 8 cm de diámetro, la cantidad variará si usáis cortadores más o menos grandes.
Hay distintas recetas para la masa, unas usan aceite, otras (como la que yo he usado) mantequilla, pero también se puede usar queso crema (eso tengo que probarlo).
El relleno tradicional parece ser que era de semillas de amapola, pero se hacen también con frutos secos, mermeladas, dulce de leche, crema de cacao, frutos rojos… e incluso queso y rellenos salados.

(*) Es preferible que la leche y el huevo estén a temperatura ambiente al añadirlos a la crema de mantequilla, para que no la endurezcan la mantequilla y sea más fácil homogeneizar la mezcla.
(**) La cantidad de harina necesaria variará dependiendo de varios factores, entre ellos la temperatura ambiente y la calidad de la harina. Yo empecé con 300 g y al final añadí 20 g más hasta que la masa no se pegaba a las manos y se podía formar una bola.

Fuente:
Después de un par de fiascos, al final la receta que funcionó (¡aleluya!) fue ésta.
Noelia
14 noviembre 2018 at 23:57Que delicia!! Y como las catástrofes ya se te han agolpado a ti y has dado con la receta perfecta, te la cojo prestada. Los rellenos de semillas o dátiles me llaman a gritos pero además esa idea de cambiar la mantequilla por queso crema… creo que se me está apeteciendo mucho!! Un saludito!
Carabiru
16 noviembre 2018 at 12:34Espero que te guste, la verdad es que nosotros hemos disfrutado mucho del contraste que el jugo del relleno aporta a la galleta. 😊