Bizcocho japonés Castella o Kasutera
Hoy os traigo la receta del Castella o Kasutera, una receta japonesa del que es probablemente el mejor bizcocho que he preparado hasta el momento. Es un bizcocho tradicional en Japón pero realidad su origen estaría en el pão de Castela (pan de Castilla) que llevaron consigo los mercaderes portugueses a Japón en el siglo XVI. En los cinco siglos que han transcurrido desde entonces la receta ha ido cambiando para adaptarse al paladar y gustos de los japoneses, pero es curioso que se haya mantenido el origen en su denominación, Castella (カステラ, leído «kasutera»).
El Kasutera no es difícil de hacer, pero sí que es un poco laborioso y si queréis resultados espectaculares de textura y esponjosidad hay que seguir unos cuantos trucos. A veces las instrucciones de las recetas nos pueden parecer optativas, pero en el caso de este bizcocho puedo aseguraros que esos detalles son cruciales, los mismos ingredientes trabajados de manera ligeramente distinta producen resultados que no tienen nada que ver. ¿Y cómo puedo asegurarlo con tanta rotundidad? Pues porque la primera vez que lo preparé lo hice siguiendo una receta mucho menos minuciosa y, aunque el resultado se dejaba comer, me dejó pensando que tampoco era para tanto el Kasutera. Convencida de que el truco tenía que estar en la elaboración, seguí investigando hasta dar con una receta que hacía muchísimo hincapié en ciertas instrucciones. Me vi el vídeo que acompañaba la receta apuntándome todos y cada uno de los pasos y la recompensa fue un bizcocho ligero, esponjoso y blandito como ninguno que hubiera salido de mi horno antes.
Ingredientes:
- 3 huevos medianos
- 60 g de azúcar
- 20 g de miel
- 60 g de harina de trigo para pan (aunque sirve harina de trigo normal)
- 20 g de leche entera
- aceite de girasol
Preparación:
Lo suyo es hacer este bizcocho en un molde rectangular o cuadrado, para estas cantidades tirando a pequeño, de 20×12 cm o 15×15 cm de base y una altura de entre 5 y 7 cm. Mi molde es tipo plumcake, no es el ideal, pero sirve. Si las medidas de vuestro molde exceden en mucho las que os indico, es mejor ampliar las cantidades apropiadamente para evitar un bizcocho demasiado bajo (no es difícil, con añadir un huevo más y la parte proporcional de cada ingrediente está hecho).
En Japón la manera tradicional de hacer el Kasutera es utilizando un molde especial, un marco de madera sin fondo que se coloca sobre una bandeja metálica, así se queda tostado por abajo y arriba y menos por los bordes (he visto que hay por ahí tutoriales que explican cómo imitar este efecto forrando el exterior del molde con cartón envuelto en papel de aluminio, si probáis decidme qué tal).
Forrar el molde con papel de hornear y engrasar ligeramente con aceite de girasol (sin pasarse tampoco, que quede engrasado pero sin chorretes).
Lavar los huevos y separar las claras de las yemas (hay diferentes métodos, yo los casco con cuidado y utilizando las dos mitades de la cáscara voy dejando caer la clara en un cuenco manteniendo la yema dentro. Mi madre tiene este separador de yemas de tupperware que a mí me encanta). Hay que intentar que no se rompan las yemas.
Precalentar el horno a 160 ºC.
Atentos, que el siguiente paso es IMPORTANTE. Para entender algunos de los conceptos me vino muy bien este post de Javi Recetas donde se explica paso a paso cómo montar claras.
En un cuenco grande batir las claras con las varillas a velocidad baja hasta tenerlas en «puntas blandas», se habrán convertido en una espuma blanca de burbujas pequeñas que al sacar las varillas forma puntas que se doblan (en la foto de Javi se ve perfectamente a qué me refiero con tantas palabras).
En este momento hay que subir a velocidad media e ir añadiendo poco a poco el azúcar sin dejar de batir hasta alcanzar el estado «puntas rígidas», se formarán picos que no se doblan al sacar las varillas, la espuma estará suave y cremosa, pero aún no tan densa como si la montasemos a punto de nieve. Este es el punto que necesitamos (es importante no pasarse porque no queremos tener las claras a punto de nieve sino en este estado de cremosidad y suavidad celestial).
Hacia el final, bajar otra vez la velocidad de la batidora para que no se formen burbujas grandes, ya que podrían provocar que el bizcocho se viniese abajo en el horno (el Kasutera es un bizcocho esponjoso, pero de agujeritos pequeños).
Agregar las yemas de una en una, integrando cada una bien con las varillas (llegados a este punto es mejor hacerlo a mano, sin prisa y girando SIEMPRE en la misma dirección para que no se desinfle la crema) antes de añadir la siguiente.
Agregar la miel e integrar de la misma forma lenta y cuidadosa que con las yemas hasta que se mezcle uniformemente.
Tamizar la mitad de la harina sobre la crema y batir suavemente con las varillas hasta que la masa la absorba. Repetir con el resto de la harina.
(Insisto otra vez en la importancia de batir siempre en la misma dirección, no sé si girar la masa en sentido horario y luego antihorario va a ocasionar un apocalipsis bizcochil, pero después del primer fracaso no me sentí con el suficiente espíritu científico para oponerme a las instrucciones de la receta).
Añadir la leche repartiéndola por la superficie y remover con una espátula de silicona, haciendo movimientos envolventes del borde del cuenco hacia el centro. Cuando ya no quede rastro de leche a la vista, golpear el cuenco contra la encimera con firmeza, esto ayudará a que las burbujas grandes que pueda haber por la masa suban a la superficie y se rompan (si os da miedo romper la encimera o el cuenco, golpead sobre la tabla de cortar). Remover un poco más, dejar reposar 15 segundos y golpear el cuenco otra vez. Repetir una vez más.
Verter la masa en el molde forrado muy lentamente y desde unos 30 cm de altura. A medida que la masa fluya y vaya cayendo en el molde, las burbujas que aún puedan quedar se irán rompiendo en la superficie.
Golpear el molde 3 o 4 veces sobre la encimera para hacer salir las burbujas que aún puedan quedar después de tanto meneo (esta es otra de las instrucciones en las que la receta hacía especial hincapié y es cierto que funciona, con cada golpe salen burbujas).
Hornear a 160 ºC en la balda inferior del horno unos 35 minutos, hasta que la corteza esté tostada (dependerá un poco del horno). El punto de este bizcocho es ligeramente húmedo si se seca demasiado pierde esponjosidad, por eso podemos pincharlo con un palillo pasados 30 minutos para comprobar si está hecho, tiene que salir no manchado pero sí un poco húmedo.
Retirar el molde del horno y dejarlo caer dos o tres veces desde unos 30 centímetros sobre la encimera, esto evitará que al enfriar se desinfle (hay que ver lo mucho que hay que maltratar a este pobre bizcochito).
Pasado un rato empezarán a aparecer arruguitas en la superficie, dar la vuelta al molde sobre una tabla, apoyar la cara superior del bizcocho medio minuto sobre ella y volver a ponerlo del derecho, esto ayudará a que las arrugas desaparezcan y la superficie se mantenga más lisa (como yo no tengo tabla de madera, sólo puedo deciros que lo de darle la vuelta funciona para quitar las arrugas aunque no es del todo eficiente, si probáis con la tabla, contadme).
Dejar enfriar dentro del molde sobre una rejilla.
Si no se va a servir en el momento, envolverlo en papel film cuando aún esté templado para evitar que se mantenga jugoso.
Lo tradicional es retirar los bordes laterales y después cortarlo en porciones de unos 3 cm de espesor que sólo tendrán corteza por arriba y por abajo. Para no chafar el bizcocho al cortarlo, es mejor hacerlo con un cuchillo de cortar pan.
Notas:
Aunque os parezca poca harina, creedme, no me he equivocado con la cantidad, realmente lleva tan poca.
La miel es mejor que sea líquida, porque si es de una variedad más sólida os será difícil integrarla en la masa.
No sé si os habrá quedado claro pero: girar siempre en la misma dirección y golpear golpear golpear. Jajajajaja.
Si lo vais a hacer, os recomiendo ver el vídeo, leer con atención la receta para ver si os surge alguna duda que se pueda resolver antes de meteros en el follón y tenerla a mano mientras cocináis.
Fuente:
La receta la encontré en este blog, muy bien explicada y con un vídeo que ayuda muchísimo a entender el proceso. Como veréis ponen las cantidades de yemas y claras en gramos, pero después de investigar vi que más o menos tres huevos medianos pesan eso, a razón de 30 g de clara y 20 g de yema cada uno de media, y decidí no complicarme tanto la vida.
hansbrinker
11 febrero 2016 at 13:25Es como el bizcocho para brazo gitano, o al menos se parece mucho ¿no? Sin la miel ni la leche, al menos en esta casa. O las «financieras», pero esas llevan almendra. La verdad es que en todos los casos queda un bizcocho súper esponjoso y riquísimo 🙂
Una cosa que me ha llamado la atención, pones «lavar los huevos» pero… los huevos no se lavan, o no se deben lavar, o eso tengo entendido yo. Al menos no bajo agua porque es en ese momento cuando, al ser el huevo poroso, le metes la mierda para dentro. A no ser que te refieras a lavarlos en seco o… no se. Por aclarar la duda 😉
Por cierto, no se si será el mejor, pero el método mas molon para separar claras y yemas es el «truco» de la botella de plástico XD https://www.youtube.com/watch?v=ps7HjzgT5LM
Carabiru
11 febrero 2016 at 14:17Como no he hecho nunca ni brazo de gitano ni financieras no te puedo decir, el tipo de esponjosidad es similar pero no completamente igual.
Que yo sepa los huevos no se lavan si los vas a guardar porque te cargas la película protectora y tienes el lío armado pero no pasa nada si los vas a usar en el momento. Por eso en Europa se venden sin lavar, sin embargo en EEUU los venden lavados. Pero vamos, la roña que puedes meter en los 30 segundos que tardas en echarles un agua es mínima.
hansbrinker
11 febrero 2016 at 18:34Igual igual no será claro XD las pequeñas diferencias siempre influyen como bien dices en la receta, tanto en la elaboración como si cambias aunque sea ligeramente los ingredientes, pero… parecido, o de la familia si parecen. Vamos, que si ya te has animado con esto y te ha salido bien los otros dos son como la evolución lógica en la linea de bizcochos sin levadura, je je. Está todo taaaan rico, tengo una receta de financieras de chocolate ahí guardada que, puf, miedo me da hacerla, ja ja ja
Y de acuerdo con lo de los huevos, desde luego que por pasarles un agua antes de usarlos no pasa nada. Es más por lo de mojar y guardar que es por lo mismo que no se venden refrigerados pero luego los refrigeramos, creo, para evitar condensaciones y humedades en la superficie del huevo. De todas maneras, con los huevos del super no hay problema que vienen siempre limpísimos, esto pasará con esos huevos camperos que suelen venir «bautazados» por la gallina 😛
etringita
12 febrero 2016 at 13:39Quiero que me invites a merendar. :3
Carabiru
12 febrero 2016 at 14:10Cuando quieras. 😉